Llegué a esta película por casualidad. Aunque eso no existe.
Dirigida por Todd Haynes, con Cate Blanchett, Christian Bale, Ben Whishaw, Richard Gere, Marcus Carl Franklin, Heath Ledger.
En un plano directo, sencillo y sin pretensión, por aquello que estoy recomendando una película meramente por cuestiones de gusto personal que procedo a detallar, y no por un estudio previo sobre crítica cinematográfica que no poseo. Dicho lo anterior, comienzo.
Esta película que casi se puede tildar de coral, es un ambicioso retrato sobre Bob Dylan, que acaba siendo gracias a su director, una biopic como género, pero de ninguna manera convencional.
La complejidad del proceso de transformación de las convenciones genéricas de I'm Not There es tan grande que uno termina preguntándose si el que vea la película y que desconoce por completo el universo de Dylan podrá entender algo sobre el personaje en cuestión, aunque tal vez estemos tan acostumbrados a tanto moralismo de biografías autorizadas que nos encontramos cuadrados ante semejante enramado estructural.
En la trama, se nos propone evocar a Dylan a través de seis personajes, uno de ellos interpretado por un niño negro y otro por una mujer (Cate Blanchett). Cate Blanchett me convenció que era Bob Dylan. xD
Pero la cosa es aun más compleja, ya que algunos de ellos representan momentos de la vida real de Dylan (el fracaso de su matrimonio, la etapa folk, el pasaje al rock, la conversión al catolicismo), pero otros surgen de la mitología de sus canciones y escritos (Billy The Kid que se revela contra el sistema a favor de los marginados, el niño Woody Guthrie que, fugado de su hogar, atraviesa el país en tren como un vagabundo, tocando canciones de la depresión del '29 y de los sindicatos de la época, o mi favorito, el poeta Rimbaud declarando ante la Ley en un lenguaje que jamás comprenderá).
En la narración, el montaje intercala cada una de las historias sin un orden aparente, incluso dejando algunas de ellas suspendidas para desarrollarlas en la última parte del film. Además, representa en imágenes congruentes con la trama algunas grandes canciones de Dylan (I want you, Ballad of a thin man, Visions of Johanna, etc.), creando inmejorables videoclips que sintetizan algunos de los momentos más importantes de su vida y obra.
Los diálogos son sutilmente atravesados por la poesía de Dylan, y los conocedores se encontrarán gratamente sorprendidos al ver lo bien que cuajan los versos del músico en las frases de los personajes. Y no faltan los apuntes cinéfilos de brillantes dinamismos técnicos, como en la secuencia en blanco y negro en la que Dylan (idéntica, perfecta, Cate Blanchett) llega a una lujosa fiesta en la que va a ser entrevistado y agasajado, en compañía de cuatro muchachos de traje oscuro y flequillo que corretean como niños excitados en una película de Richard Lester, y al despedirse son perseguidos por una horda de adolescentes no menos excitadas (todo filmado, por supuesto, a muchos menos cuadros por segundo de lo que estamos acostumbrados). Esa misma secuencia continúa iluminada en demasía, con extraños diseños de muebles blancos y gente de diversa clase que merodea a un Dylan atribulado, tratando de responder a todos sin escuchar a nadie, en tácito homenaje a 8 y ½ de Fellini.
Lo más importante de tan compleja construcción dramática es que se termina con las convenciones del biopic ofreciendo exactamente su opuesto. Basta ver al azar, digamos, las películas sobre Ray Charles o Johnny Cash estrenadas recientemente, para observar que, con menor o mayor calidad, nos ofrecen siempre la misma perspectiva. Un conflicto originario (la muerte de un hermano, en ambos films, si mal no recuerdo) que motiva el exorcismo artístico de la culpa, un ascenso triunfal, un descenso a los infiernos de la fama y los vicios terrenales (cuándo no: sexo, drogas y rock & roll), y la posterior redención del héroe popular, que nos deja una oportuna moraleja, sentimental y simplista, como para alejarnos de los peligros de la vida del artista y ofrecernos una explicación tranquilizadora en cajita cerrada y con moño.
I'm Not There presenta a Dylan como un misterio, una vida que, pese a dejar una huella imborrable en la cultura, es imposible de rastrear en búsqueda de certezas. Una vida que podemos apreciar poéticamente, pero que se niega a ser reconstruida, explicada, reducida a ejemplo didáctico. Uno comprende que ahí reside parte del genio de Bob Dylan y de sus constantes metamorfosis. Por eso en I'm Not There no hay tiempo ni espacio claramente establecidos, no se necesitan, no hay diferenciación entre vida y obra, entre aparición pública o experiencia privada. Todo se encuentra disperso y entrecruzado como en las complejas composiciones que ofrece el músico en sus canciones. Un ambicioso acercamiento al universo del gran Bob Dylan, con la bienvenida intención de perderse allí, sin extraer conclusiones aleccionadoras.
Esta película, para no extenderme demasiado, ganó en Venecia en el 2007, la Copa Volpi a la mejor actriz, Cate Blanchett, y del Premio Especial del Jurado, además de otro premio menor, no recuerdo que haya venido a nuestros cines, por razones indescifrables.
En fin, ‘I’m Not There’, es una película muy difícil de etiquetar y clasificar, y que por tanto irrita a aquellos que quizá pretenden que el cine ha de ser siempre una historia lineal, con planteamiento, nudo y desenlace. Porque esta apasionada película se desprende de todo conservadurismo formal para explorar las posibilidades de la imagen y la estructura fílmicas. Con vocación de ser más una canción que una película, queda al espectador la decisión de dejarse llevar, o de negarse a hacerlo. Aquí no se engaña a nadie.Hipnótica, irregular, melancólica, psicodélica, ingeniosa, sorprendente, generosa, bohemia, vanguardista, bizarra, lo que usted quiera. I’m Not There’ se presta al juego metafórico ilimitado, y se regodea en una narrativa maravillosa y desconocida en ocasiones, radical y hasta serena en otras.
Los múltiples niveles de ‘I’m Not There’ no olvidan el objetivo final: ofrecer un collage esperpéntico pero dignificador, que por supuesto se adentra en las miserias de todo artista de rock de vida tumultuosa, pero que ofrece algo más. Una salida digna quizá. En medio de ese vértigo vacío, aún hay tiempo para el existencialismo. Ese que destilan los poetas malditos a los que acusó de venderse, de traicionarse, pero que nunca han olvidado el camino de vuelta. Así, los 6 alter egos de Dylan lo construyen. Y llega el momento de preguntarse en cuantos podemos volvernos? Ninguno de nosotros es Dylan, pero todos tenemos esa disección emocional que se presenta. Recomendadísima. Si tuviese que ponerle nota: 9.Trailer
La frase:
"People are always talking about freedom. Freedom to live a certain way, without being kicked around. Course the more you live a certain way, the less it feel like freedom. Me, uhm, I can change during the course of a day. I wake and I'm one person, when I go to sleep I know for certain I'm somebody else. I don't know who I am most of the time"
2 comentarios:
Buenísimo post... la verdad tenía mis ratos sin leer algo que captara tanto mi atención, la última vez fue cuando encontré (no por casualidad claro, ya que esta no existe) otra película que sigue una línea un poco parecida: "Across the universe" (The Beattles) pero este a diferencia de I´m Not There es un musical con todas sus letras, muy bueno por cierto.
Saludos.
ME DECLARO FANATICA DE ESA PELICULA !!! ♥___♥
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